sábado, 13 de abril de 2013

REVOLUCIÓN EN LA EDUCACION. EDUCACION PARA LA REVOLUCIÓN


REVOLUCIÓN EN LA EDUCACIÓN- EDUCACIÓN PARA LA REVOLUCIÓN
Quienes ingresamos a la Universidad en los 70’s, pertenecemos a una generación privilegiada, no tanto por la oportunidad de ingresar a una universidad democratizada, sino por las grandes cambios, esos sí, revolucionarios ocurridos en el mundo y que influenciaron nuestra formación y visión.
La revolución cubana, desarrollada en los 60’s, prendió la antorcha revolucionaria en nuestra América-Latina. Fidel; el Che y otros “barbudos”, demostraron que con valentía inspirada en ideales bien forjados; la  mística revolucionaria; sumado al coraje de una juventud rebelde, se pudo derrotar a la fuerza que representaba un gobierno autoritario, tirano y despótico como el de Batista.
Más adelante, el “Che” Guevara con su muerte en Octubre de 1967, nos invitó a crear muchos Vietnam’s, tomando como ejemplo, este país del sudeste asiático, donde un enjambre de humildes campesinos con rudimentarias y artesanales armas, puso “los pies en polvorosa” al poderoso ejército norteamericano. 
En enero de 1968, se encendió, o mejor dicho floreció la llamada “Primavera de Praga” iniciada por jóvenes e intelectuales checoslovacos, al que luego se sumaron trabajadores y gente del pueblo. Duró hasta el 20 de agosto de ese año, cuando el país fue invadido por la URSS y sus aliados del Pacto de Varsovia (a excepción de Rumanía).
Este movimiento sólo buscaba modificar progresivamente aspectos políticos que les permitieran avanzar hacia una forma no totalitaria de socialismo, legalizando la existencia de múltiples partidos políticos y sindicatos, promoviendo la libertad de prensa, de expresión, el derecho a huelga, entre otras libertades.
En mayo del 68, conocido como el “mayo francés”, se desarrolla principalmente en Paris, una protesta iniciada por estudiantes de izquierda contrarios a la sociedad de consumo, a los que posteriormente se unieron obreros industriales, produjeron la mayor revuelta estudiantil y la más grande huelga general de la historia francesa, y posiblemente de Europa occidental, que puso en “jaque” al gobierno de Charles de Gaulle, quien llegó a temer una insurrección de carácter revolucionario, aunque los sectores participantes en la protesta no llegaron a plantearse la toma del poder, aunque de manera creativa y genial planteaban las consignas: La imaginación al poder”; “Plebiscito: Votemos a favor o en contra, nos hará pendejos.”; y, la más conocida; “Prohibido prohibir”
Los sucesos de mayo y junio en Francia se encuadran en la ola de protestas protagonizadas, principalmente, por sectores politizados de la juventud que recorrió el mundo.
El 2 de octubre de 1968, un movimiento de estudiantes de la UNAM y del IPN en México DF, en el que participaron profesores, intelectuales, amas de casa, obreros y profesionistas fue dispersado por el ejército y por orden de Gustavo Díaz Ordaz, produciéndose la masacre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
En Ecuador, al año siguiente (1969), los estudiantes Secundarios y Universitarios, cobijados bajo las banderas de la FESE y FEUE, iniciamos la lucha por la democratización de la enseñanza oponiéndonos al examen de ingreso a la Universidad, que entonces era empleado como un filtro discriminador, que impedía el acceso libre de una gran mayoría de estudiantes de estratos pobres. Las Universidades particulares, aun eran escasas y no desarrollaban todas las carreras.
El 29 mayo de 1969, el gobierno dictatorial de Velasco Ibarra, que había subido al poder con el apoyo de algunos sectores de izquierda que lo proclamaron como “profeta”, mandó a los paracaidistas a violar la autonomía universitaria, manchando de sangre  nuestro claustro en la casona de Guayaquil. Velasco, para justificar este crimen, pretendió desprestigiar la protesta, llamando “mediocres” y “nihilistas”, a sus protagonistas.
 Fue sin dudarlo, una época maravillosa, que me gustaría repetir. Los Beatles, Rolling Stones, la nueva trova, los quilapayún, inti illimani, Ángel Parra, Violeta Parra, Víctor Jara, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui…No habían pandillas, habían guerrillas…discutíamos con vehemencia sobre formas y métodos de cambiar el mundo…No había internet ni tv cable…por eso nos sumergíamos en la mas desordenada pero reconfortante lectura, política, poesía, economía. Cualquier espacio era aprovechado para discutir… reproducíamos mensajes a través de un destartalado mimeógrafo o pintando en las paredes: “Abajo la Dictadura”… Unos buenos amigos míos (que aún viven), en un año nuevo hicieron un gigantesco letrero con la misma inscripción, con la diferencia que era con material combustible que debió encenderse en la parte más alta del cerro de “El Carmen” (Gquil), mientras los demás quemaban años viejos, pero la lluvia les jugó una mala pasada…
Nos formamos en una universidad democratizada, gratuita, autónoma, con libertad de cátedra, con excelentes catedráticos, con un cogobierno que era expresión de la democracia participativa interna en los diversos estamentos, conformada por los diversos grupos que integran la comunidad universitaria (profesores, estudiantes, trabajadores). La Universidad se cubrió de pueblo y el pueblo se cubrió de orgullo, viendo a sus hijos triunfar y lograr una carrera que los sacara de la pobreza y a muchos de la miseria…Los alejó de los “malos pasos” y les abrió la oportunidad para integrarse dignamente en la sociedad…. Ya no sería más discriminados por su origen étnico o social; por su aspecto físico o vestido…Su talento era la única condición.
Nada es perfecto, hasta el Vaticano tiene graves crisis, y quien lo creyera, hasta moral. ¿Por qué la Universidad debe ser inmune a estos virus, bacterias y hasta cánceres sociales? . Por supuesto que es permeable a todas las enfermedades del sistema: corrupción, clientelismos, mediocridad, miedo al cambio, estancamiento, ambiciones, claudicaciones. Toda la vida hubieron: héroes y villanos; valientes y cobardes; sinceros y embaucadores.
También la Universidad ecuatoriana a lo largo y ancho de su historia, ha sufrido ataques, unos justificados y otros nó; unos han sido asimilados, otros, simplemente olvidados.
Manuel Agustín Aguirre, decía, que la “Universidad era la antena sensible de la sociedad”, es decir, la intérprete de sus necesidades y también la defensora de sus intereses, por este motivo, ha sido objeto de clausuras, sobre todo en gobiernos autoritarios y en las dictaduras  principalmente:
·         “En 1869 fue clausurada por García Moreno por seis años. Fue reabierta, en 1875.
·         En 1880 fue clausurada por Ignacio de Veintimilla. Se reabrió el 18 de marzo de 1883.
·         En 1934 fue clausurada por Velasco Ibarra. reabierta ese mismo año.
·         En 1939 fue clausurada por Aurelio Mosquera Narváez. Reabierta ese mismo año.
·         En 1964, La Junta Militar de Gobierno clausuró la Univ. Central, por dos meses.
·         En 1965, La Junta Militar de Gobierno clausuró la Universidad, y cuando reabrió sus puertas, los militares, eligieron arbitrariamente autoridades y profesores, quienes en poco tiempo renunciaron en vista del descontento de los estudiantes.
·         El 25 de marzo de 1966 la Junta Militar de Gobierno volvió a clausurar a la Universidad, era ya la tercera vez que lo hacían. Este acto causó el descontento popular y terminó con la caída del régimen cuatro días después. El mismo año se dictó una nueva ley de la Educación Superior que garantizaba la inviolabilidad de los predios de la Universidad y su Autonomía.
·         En 1970 La Universidad Central fue clausurada por Velasco Ibarra durante el quinto y último mandato de Velasco Ibarra. La cual se reabre a los nueve meses.
·         En 1979, se reabren las puertas de la Universidad Central del Ecuador, bajo la estricta vigilancia del Triunvirato, quienes imponen autoridades y profesores.”
Después de la llamada reforma de Córdova (argentina 1918) y los fallidos intentos de la segunda reforma universitaria, planteada en el Ecuador por el ilustre maestro Dr. Manuel Agustín Aguirre, no ha sido posible emprender un cambio profundo en nuestras universidades, que se han sumido en el letargo de una “larga y oscura noche…” marcada, -con salvadas y reconocidas excepciones-, por el interés “político”, “económico”, “subsistencia” o simplemente “poder” de ciertas autoridades, que para lograr su propósito han tenido que sucumbir ante el clientelismo y facilismo, postergando el verdadero interés de la academia y la necesidad de reconstruir una propuesta ideológica, que a la vez sea respuesta a los requerimientos de la sociedad, que implica la formación de profesionales capacitados que impulsen el cambio y la trasformación radical de la sociedad. 
Cuando hablamos de propuesta ideológica, lo hacemos sobre la base de que la Universidad debe estar orientada al servicio de los sectores mayoritarios de la población, es decir, servir al pueblo, así como las Universidades particulares forman a sus propios cuadros para el apoyo del capital o para su reproducción. Aunque debemos reconocer, que el aspecto ideológico es o debe ser un carácter predominante y no absoluto, porque luego el egresado, determinará el fin u objeto de su actividad profesional.
Ahora bien, hablar de una revolución en la educación, implica una visión integral del sistema educativo, que va desde el preescolar, hasta la universidad. La base, lógicamente está  en el período inicial; luego continúa con la secundaria; y, finaliza con la Universidad. Lo dicho no desconoce, el nivel técnico o tecnológico, que también es una opción a desarrollar y que crea una opción alternativa para la profesionalización de las personas, que no tienen condiciones para continuar con los estudios universitarios. De nada sirve cambiar a la Universidad, si se mantiene intacto el sistema educativo que lo precede.
La autonomía universitaria, es un concepto que obligatoriamente debe cambiar. No consiste en una repulsión  absoluta a la intervención del gobierno de turno, que como representante del Estado, debe velar porque la Universidad cumpla con los fines que le determina la Constitución, pero esta intervención, tampoco puede desbordarse hasta el extremo de desconocer la autoridad que emana del cogobierno, parte consustancial de su autonomía, ni puede la Universidad estar sujeta a los vaivenes de la política, ni de los políticos de turno. No hablamos entonces de independencia y autonomía extrema, sino de interdependencia y coordinación.
Educar para la revolución, implica un compromiso de la Universidad para que el conocimiento que imparte a los dicentes, los prepare para usar estas herramientas para el cambio que la sociedad necesita y que se resume en el concepto del BUEN VIVIR, trazado en el programa político y en los derechos de libertad determinados en nuestra constitución.
Todos esto cambios y transformaciones, no ocurren de la noche a la mañana; ni en forma “rápida y furiosa”; es un proceso planificado y evaluado, que como hemos dicho, debe tomar a la educación como un elemento integral e integrador. Integral, porque abarca todas las etapas; e, integrador, porque debe vincular la educación con la realidad social, sus impactos y sus interrelaciones. Por ejemplo, no se puede enseñar el derecho, como norma fría, sino como un producto social y un reflejo de las condiciones materiales en las que se desarrolla la sociedad, pero también, como un instrumento de convivencia armónica o de transformación estructural, basada en el concepto superior de la justicia.
“Vístame despacio que estoy de apuro” (Napoleón)
“La novedad es revolucionaria; la verdad también” (Censier)
“Los que tienen miedo estarán con nosotros si nos mantenemos juntos”. (mayo francés)
Guayaquil, 4 de abril de 2013

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