domingo, 19 de enero de 2014

Dr. RODRIGO BORJA CEVALLOS
Estimado Compañero y amigo:
No puedo ocultar mi emoción, al recibir por este medio, sus generosas palabras dirigidas a mi persona, en respuesta al pequeño artículo que escribí en homenaje a usted.
Soy poco amigo de las lisonjas, pero desde hace algún tiempo, venía pensando: en qué forma podía yo resaltar la obra de su gobierno, en horas de ingratitudes, traiciones y olvidos, que conducen al atrevimiento de acusar todo el pasado, como negativo y funesto, porque la mediocridad no admite competidores.
Conozco la historia del Partido que usted ayudó a formar y en el que se me permitió militar. Seguro que es una obra colectiva; sin embargo, sin su liderazgo no habría sido posible. Costó años y esfuerzos formarlo hasta convertirlo en el Partido más grande y mejor organizado del Ecuador.
La ID, fue fragua de grandes líderes, nacionales, provinciales, cantonales, parroquiales, barriales, gremiales, etc. La sabia del Socialismo Democrático había permeado todos los órganos y el tejido social; había entonces conciencia política y objetivos claros que impulsaba con gran vigor nuestro accionar. “Justicia Social con Libertad”, era la bandera y lema que guiaba nuestra lucha.
Era un partido joven, de ideas frescas y revolucionarias, que resumía el pensamiento y sentimiento de los “trabajadores intelectuales y manuales del Ecuador”.  Contaba con un inmenso torrente de juventudes entusiastas,  rebeldes y alegres, pero también gentes con muchos más años y experiencias y que habían entregado la mayor parte de su vida a la construcción  de este colectivo político.   A nadie se le ocurrió por entonces, enfrentar a Efebos y cincuentones o sesentones (creo que habían hasta setentones), porque la lucha no era generacional, sino de ideales que jamás marchitan.
Las “células”, los “núcleos” y los “frentes”, se multiplicaron por doquier, por la acción de los “campañeros”; experimentados líderes que asumieron la tarea organizativa. Sus encendidos discursos atraían a las multitudes, pero nadie se atrevió a callarlos o relegarlos por celos. Cada quien se ganaba su puesto en la lucha y jamás por imposición antidemocrática. Decía usted compañero Borja, que era un “Partido democrático por dentro y por fuera”. 
Ojalá. Algún día, tejiendo anécdotas y experiencias, podamos reconstruir esta historia. Por ahora solo me resta, agradecer sus palabras, que las he transmitido a mis hijos como un recuerdo y legado, que tiene el valor y mérito de haber sido escrito por usted, parte importante de la historia de esta país, pero además referente moral e intelectual de inmenso valor para las presentes y futuras generaciones.    
Reciba un triple abrazo, de: amistad, compañerismos y fraternidad.
Guayaquil, 26 de agosto de 2013

Tito Palma Caicedo

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