viernes, 10 de agosto de 2012

"La Tierra se desmorona y el Calicanto Falsea"


“La Tierra de desmorona y el calicanto falsea…”.
Toda revolución va dejando en su camino una estela de muertos, heridos y contusos; desertores cobardes y detractores; gratos e ingratos. Pero también va sumando a su carro, oportunistas de toda laya, amamantados con leche de “Kmello” burocrático, que simulan adherirse a un proyecto que no ayudaron a construir, o en el que no creyeron ni creerán jamás, porque su naturaleza humana es incompatible con el compromiso de cambio de una sociedad desequilibrada en lo económico y social, por una equitativa, auténticamente democrática, ética  y solidaria.
Cuánto cuesta cambiar la historia, desarmando los caducos paradigmas y las ortodoxas concepciones. Cuán difícil resulta poner orden  las ideas y homogenizar la visiones sobre el nuevo tipo de sociedad que anhelamos.   No siempre coincidimos en el rumbo  a seguir y entonces surgen las discrepancias, críticas y discusiones, porque no somos partidarios del pensamiento único.
Nada de esto nos asombra si somos dialécticos y hombres y mujeres  de pensamiento libertario. Pero lo importante no es maximizar o exacerbar las contradicciones, sino situarlas en su real dimensión. Categorizar y tratar adecuadamente estas contradicciones, en el plano  de la estrategia y la táctica, nos llevará a discriminar las fundamentales de las secundarias. Es como separar la paja del trigo.
Las críticas cuando son sinceras, ayudan a avanzar; a rectificar errores; a corregir sobre la marcha. Cuando  estas son malsanas, son murmuraciones que buscan destruir y socavar.  Tampoco el que te alaba y “cepilla”, te demuestra su lealtad; sólo explota tu vanidad en el fondo: no te quiere, te adula; solo está al acecho de tu muerte cuando tus errores te conduzcan a ella, para caerte como buitres carroñeros.  Somos leales, no incondicionales.
La revolución para que sea verdadera, se hace con revolucionarios y no con oportunistas. Se hace con gente que ha mantenido viva la antorcha de la libertad y demostrado a lo largo de su vida su compromiso social. Hemos luchados contra dictaduras civiles y militares perversas y las hemos derrotado con constancia y sacrificio. Gracias a ellos se han mantenido las banderas y los puños levantados; gracias a ellos hemos mantenido la utopía que como estrella rutilante guía nuestro camino, en la noche oscura hacia la nueva alborada de Libertad y de Justicia..-
Hagamos las cosas BIEN y con URGENCIA. Recuperar el tiempo perdido es uno de los objetivos primordiales. Debemos avanzar a la velocidad de los adelantos tecnológicos que deben dotar a la humanidad las herramientas necesarias para el BUEN VIVIR, el SUMAK KAWSAY.
La fuerza de una revolución está en su gente, que es su base social de apoyo moral y material; es su ejército en marcha; es su locomoción hacia la victoria. Un ejército comprometido  asegura los resultados anhelados. En ejército infiltrado de oportunistas y logreros, pueden erosionarlo y causar reveses. Éstos te podrán transmitir la sensación de un gran globo inflado, una burbuja  que al primer pinchazo explota y desaparece. Si la base es sólida será firme como una montaña. Un globo inflado pesa menos que una pluma; un ejército con soldados bien formados, conscientes, creativos  e inteligentes, pesan como una montaña.
No temamos a la crítica; pero ahuyentemos el falso elogio y la adulación.
¡¡Sumemos, no restemos!!  ¡¡Multipliquemos, no dividamos!!  
Esta es, o debe ser una REVOLUCION: alegre, generosa, creativa, ejemplar, novedosa, imaginativa, soñadora pero con la cabeza bien puesta sobre la almohada, …
¡¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!
Espartaco

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