viernes, 10 de agosto de 2012

"DISCURSO ANTE LA ASAMBLEA DE LA OIT"


Descripción: http://www.mercaredsostenible.com/images/09/file-439-oitnavy.jpg
Sexta sesión
Miércoles 10 de junio de 2009, a las 14.30 horas
Presidentes: Sr. Allam, Sr. Palma Caicedo y Sr. Zellhoefer

Discurso pronunciado por TITO PALMA CAICEDO (Viceministro de Trabajo y Empleo, Ecuador)  en calidad de Vicepresidente de la 98° conferencia de la OIT

"POR UN MUNDO ÉTICO Y UNA GLOBALIZACION JUSTA"

Esta Conferencia Internacional del Trabajo coincide con la mayor crisis económica, financiera y estructural de un sistema capitalista salvaje, voraz y depredador, que asumió a ultranza el «fin de la historia», satanizó al Estado y privilegió al mercado especulativo y financiero, en detrimento de los factores tradicionales de la producción.
No cabe duda de que la humanidad está pagando las consecuencias del comportamiento irresponsable de una elite que planteó que la globalización era la panacea o el sendero natural y determinista por el que deberíamos transitar todas las naciones del mundo; que no había alternativas ante ella y que estábamos en la época del pensamiento único.
No importaba entonces la crisis, sean éstas de México, Brasil, Ecuador, Tailandia o Rusia. Ni las malas noticias en el frente ambiental: emisiones de gases que provocan el fenómeno invernadero, deforestaciones y erosiones de suelos, sobreexplotación de acuíferos y la extinción masiva de especies.
Es paradójico que, ahora, los artífices de los otrora exitosos conglomerados bursátiles y calificadoras de riesgo demanden la socialización de las pérdidas y aboguen por la protección de un Estado que, hasta  hace poco, les era por demás incómodo, relegándolo a un papel de simple guardián en las relaciones de la sociedad.
En la reciente reunión del Movimiento de Países No Alineados, realizada en La Habana, el Ecuador expresó que «esta crisis es una oportunidad para profundizar los cambios que  demandan nuestros pueblos».
Es nuestra oportunidad para consolidar en el mundo entero los principios del desarrollo humano basados en la sostenibilidad ambiental y en la democracia radical que inspiran el socialismo del siglo XXI.
Los efectos de esta crisis son más graves en los países en desarrollo como el Ecuador, cuyo aparato productivo ha sido afectado por contracciones de las exportaciones, de las remesas y de los flujos de inversión extranjera directa.
Estos factores adversos han tenido una incidencia directa en el aumento del desempleo y del subempleo. Por ello, preocupan aquellas voces que recomiendan a los países en desarrollo, como salida de esta crisis, la adopción de medidas fracasadas de ajuste estructural, que a todas luces precarizaron las condiciones de vida de los trabajadores y ahondaron los niveles de inequidad y exclusión social de nuestros pueblos.
En contraste, para los países desarrollados, estos mismos grupos sugieren medidas contracíclicas, paquetes millonarios de salvataje y nacionalizaciones.
Asimismo, muchos países desarrollados, que lograron durante años altas tasas de crecimiento económico, en parte gracias al aporte de trabajadores migrantes, hoy adoptan medidas contrarias a los más elementales derechos humanos al criminalizar un fenómeno derivado justamente de esta globalización desigual y excluyente.
La inestabilidad política que sufrió el Ecuador en las dos últimas décadas generó nueve presidentes en 15 años, causó un enorme debilitamiento de las instituciones básicas para el desarrollo nacional y provocó la emigración de cerca del 10 por ciento de la población económicamente activa, todo ello sumado a la permanente acusación de corrupción de funcionarios públicos, con una dramática pérdida de credibilidad de los partidos políticos tradicionales.
Cansados de tanta inestabilidad e ingobernabilidad, el pueblo ecuatoriano, con una respuesta soberana, abrumadoramente eligió al economista Rafael Correa Delgado como Presidente Constitucional de la República, y con ello optó por la revolución ciudadana que, inspirada en el ideal de Bolívar, Alfaro y otros patriotas, impulsa una profunda transformación de las estructuras económicas, sociales y políticas, pilar de un nuevo modelo de desarrollo sustentable, basado en la justicia social y la equidad, que construya la nueva sociedad: la sociedad del trabajo.
La nueva Constitución, que fue aprobada por los dos tercios de los ecuatorianos, incluye novedosos y progresistas avances en materia de derechos humanos, de los pueblos indígenas y de la  naturaleza, acceso de las grandes mayorías a la toma de decisiones, fortalecimiento de los órganos de control y lucha contra la corrupción, entre otros.
El Gobierno del Ecuador, en el seno de la Asamblea Constituyente, promovió el Mandato Constituyente núm. 8, que expulsó definitivamente de nuestra legislación sustantiva los aberrantes mecanismos de tercerización extrema y la intermediación laboral, la contratación por horas y cualquier forma de precarización de las condiciones de trabajo, así como la penalización de la simulación y el fraude laboral.
La nueva Constitución que nos rige constitucionalizó la esencia de este mandato y, además, recoge y ratifica los derechos fundamentales del trabajo, como sindicalización, contratación colectiva, eliminación y erradicación del trabajo infantil, el trabajo forzoso, el derecho de huelga, entre otros.
Uno de los pilares de esta Organización es el diálogo social. El Gobierno ecuatoriano estima que sólo a través de éste podremos encontrar soluciones sistémicas que permitan configurar una globalización incluyente, justa y solidaria, en la que todos los actores sociales trabajemos por un mundo ético, basado en valores y responsabilidad social.
Ginebra 10 de jun de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario