lunes, 24 de diciembre de 2012

QUE SE HICIERON LAS CENTRALES SINDICALES



Si hiciéramos una encuesta para saber, cuántas y cuáles son las Centrales sindicales existentes o que existieron en el Ecuador, no creo que todos acierten. Peor, si preguntásemos por el nombre  de sus dirigentes….¿Quiénes también serán? …. Responderán “algunitos”, como dice el spot televisivo…
La falta de respuesta a estos interrogantes, no significa ignorancia, desconocimiento histórico o “alzhéimer” prematuro… No, no mis queridos amigos… simplemente se han esfumado temporalmente de nuestra memoria por ausencia de la praxis social a la que nos tenían acostumbrados.
A principios del siglo pasado, se constituyeron los primeros gremios de obreros y artesanos, llamadas también SOCIEDADES, muchas de ellas de carácter laico y mutualista, cuyo objetivo era la defensa clasista y la instrucción. Así se formaron los gremios de tipógrafos; cacahueros; hojalateros; carpinteros; panaderos; sastres; peluqueros; vivanderos, voceadores de periódicos, etc. …Otros, más clasistas, formaron SINDICATOS, como los: de luz y fuerza; ferroviarios; carros urbanos;  de los astilleros, etc. Hubieron también agrupaciones sociales, artísticas y literías vinculas o identificadas con la causa proletaria, como el femenino “Rosa Luxemburgo”; “La Sociedad obrera y artística de Pinchincha”;  la “Sociedad Hijos del Trabajo”; el “Club Guayas de ayuda y beneficencia”, entre otros.
Estas organizaciones se fecundaron bajo la auspiciosa influencia de los nuevos vientos que soplaban en el mundo, el “gran fantasma que recorría Europa”, como decía Marx en su Manifiesto Comunista y que invitaba a los proletarios de todos los países del mundo a unirse. La espada de Alfaro, aunque era liberal y no socialista ni  obrerista, también facilitó la llegada de estas libertades, principalmente la de reunión y asociación.
Gracias a la movilización organizada de trabajadores autónomos y dependientes, se fueron logrando significativos avances en el plano socio-laboral: La jornada de ocho horas; la ley del contrato de trabajo; la inspección del trabajo; ley de accidentes; indemnizaciones, etc. Hasta culminar con el Código del Trabajo en 1938, que sin ser la panacea, puesto que  aún recogía ciertas formas serviles y semi serviles de trabajo, fue un avance significativo y revolucionario para la época, ya que por primera vez se consagraba: el derecho de asociación, la huelga, la contratación colectiva, entre otras instituciones  laboarles.
Poco a poco, hace menos de un siglo, nacen lo que ahora conocemos como las centrales obreras. La primera, fue la CEDOC, creada en 1938, cuyas siglas inicialmente correspondían a la “Confederación Ecuatoriana de Obreros Católicos”. La CEDOC surgió con el auspicio de la Iglesia Católica y del Partido Conservador como respuesta a la creciente influencia del marxismo en el sector laboral.
Luego, le sucede la “Confederación de Trabajadores Ecuatorianos” – CTE- (no confundir con la Comisión de Tránsito del Ecuador, que usurpó estas siglas), fundada en 1944, como brazo sindical de la izquierda marxista ecuatoriana, y conformada por Comunistas y Socialistas. La CTE tuvo su apogeo en los cincuenta, cuando controlaba los sindicatos más importantes, pero sufrió un duro revés con la separación de la Federación Nacional de Choferes y más tarde con el nacimiento de la CEOSL.
Para contrarrestar la fuerte influencia que venía cobrando entre la clase obrera la CTE, en pleno auge de la “guerra fría”, surge en 1962 la CEOSL o “Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres”, auspiciada, financiada y entrenada por la Alianza para el Progreso, como alternativa al sindicalismo marxista de la CTE. Mantuvo sus vínculos con la AFL-CIO, Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales, que es la mayor central obrera de los EEUU y Canadá, y es miembro de Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL).
FRAGMENTACIONES:  Como ocurre frecuentemente en Ecuador, la miopía histórica de algunos movimientos sociales, o quizás el “agudo olfato” de ciertos dirigentes,  que prefiriendo ser “cabeza de ratón antes que cola de león”, los condujeron a constituir parcelas o “huashipungos” de organizaciones débiles y desorientadas, que a su vez restó prestigio y fuerza al sector sindical y obrero, al contrario de lo que ocurría en los sectores empresariales con sus robustas cámaras y su innegable peso político en los distintos gobiernos.
Así, CEDOC, que en 1965 adoptó el nombre de Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Cristianas, en 1974 pasó a llamarse Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas.
A mediados de los años setenta la CEDOC se fragmenta en dos: la CEDOC CLAT y la CEDOC SOCIALISTA o CEDOC-CUT. La primera se vincula a la Democracia Popular y conserva el reconocimiento oficial y la vinculación con las Federaciones internacionales de igual ideología, particularmente con la Confederación Mundial de Trabajadores (CMT) y la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT). La segunda se alinea con tendencias de izquierda marxista, y no tiene personería jurídica hasta octubre de 1988, cuando es reconocida por el ministro César Verduga, en el Gobierno de Izquierda Democrática,  y cambia de razón social a CEDOCUT.
De la CTE, migran organizaciones hacia la CEDOCUT, y con otras se forma la UGTE (Unión General de Trabajadores del Ecuador), ala sindical radical del  PCMLE, cuyo brazo político es el MPD.
Últimamente, la CEOLS, cuyos líderes históricos también la vinculaban a sectores del partido socialista, también se fracciona y junto a lo que quedaba de la CEDOC CLAT, forman la CSE (Confederación Sindical del Ecuador) , filial de la CSI, producto de una alianza entre organizaciones internacionales, entre ellas la CLAT.
La CSE, nace de una asamblea Constitutiva, 27 de mayo de 2010 en la ciudad de Guayaquil, acto que contó con la presencia de un representante de la OIT, así como organismos de Cooperación Internacional.
Si a esto le agregamos, otras organizaciones autónomas de trabajadores, profesionales, artesanos y servidores públicos, nos encontraremos con un popurrí de organizaciones y tendencias, sin ninguna fuerza ni eficacia en la práctica, que se ve agravada por el desprestigio, deslegitimación, desconfianza, que conducen a la inmovilidad e invisibilización y escasa participación en el panorama político, que prácticamente podríamos concluir como dice el título de este comentario, a la desaparición y en el mejor de los casos a la “hibernación” de las centrales sindicales, otrora protagonistas de la lucha política contra las dictaduras y determinante en la correlación de fuerzas sociales en la sociedad ecuatoriana. Las Huelgas Nacionales, ya son historia pasada.
PROPUESTA: Una sociedad estará convenientemente  equilibrada, en la medida que sus fuerzas políticas y sociales, representen a sus correspondientes segmentos  y su voz sea escuchada para ir tejiendo en paz y armonía las bases de un desarrollo equitativo, armónico, justo, sustentable, que permita la cohesión social, en la que el capital y el trabajo sean complementarios y no antagónicos, lo cual exige una mayor participación en democracia, disminuyendo los privilegios y brechas abismales que aún nos separan.
Proponemos una reconstrucción ideológica del movimiento sindical, su visión y misión, que les permita alcanzar una proyección estratégica, con peso social, político, ético y moral, que facilite el balance de las fuerzas  y el avance progresivo hacia la sociedad del buen vivir ”Sumak Kausay”, sin poderes hegemónicos, pero si complementarios y solidarios.
Para el logro de estos objetivos, se requiere de un movimiento sindical fuerte, unificado, bien estructurado, con alternancia en el poder, evitando el anquilosamiento de sus dirigentes y la petrificación de sus ideas. La renovación constante y dialéctica, evitará su estancamiento y consecuente putrefacción.
Los lideres que tengan que hacer un “paso al costado”, serán importantes referentes por su experiencia, pero será la sangre nueva y fresca, la que le de renovación, vigor, orientación  y luz a la NUEVA CENTRAL UNICA DE TRABAJADORES DEL ECUADOR
Revivir el edicto de Turgot o la ley Le Chapellier, dictadas en los albores de la revolución burguesa de Francia,  a pretexto de descorporativizar a la sociedad poniendo de relieve una supuesta “libertad individual”, es un despropósito y un retroceso histórico.
Fieles a la Constitución de la República,  debemos propender al estimulo de las organizaciones y a su “funcionamiento democrático, participativo transparente con alternabilidad en la dirección” (326.8)
Les paso la palabra.
               

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