Si hiciéramos una encuesta para saber, cuántas y cuáles son
las Centrales sindicales existentes o que existieron en el Ecuador, no creo que
todos acierten. Peor, si preguntásemos por el nombre de sus dirigentes….¿Quiénes también serán? ….
Responderán “algunitos”, como dice el spot televisivo…
La falta de respuesta a estos interrogantes, no significa
ignorancia, desconocimiento histórico o “alzhéimer” prematuro… No, no mis
queridos amigos… simplemente se han esfumado temporalmente de nuestra memoria
por ausencia de la praxis social a la que nos tenían acostumbrados.
A principios del siglo pasado, se constituyeron los primeros
gremios de obreros y artesanos, llamadas también SOCIEDADES, muchas de ellas de carácter laico y mutualista, cuyo
objetivo era la defensa clasista y la instrucción. Así se formaron los gremios
de tipógrafos; cacahueros; hojalateros; carpinteros; panaderos; sastres;
peluqueros; vivanderos, voceadores de periódicos, etc. …Otros, más clasistas,
formaron SINDICATOS, como los: de
luz y fuerza; ferroviarios; carros urbanos;
de los astilleros, etc. Hubieron también agrupaciones sociales,
artísticas y literías vinculas o identificadas con la causa proletaria, como el
femenino “Rosa Luxemburgo”; “La Sociedad obrera y artística de Pinchincha”; la “Sociedad Hijos del Trabajo”; el “Club
Guayas de ayuda y beneficencia”, entre otros.
Estas organizaciones se fecundaron bajo la auspiciosa
influencia de los nuevos vientos que soplaban en el mundo, el “gran fantasma
que recorría Europa”, como decía Marx en su Manifiesto Comunista y que invitaba
a los proletarios de todos los países del mundo a unirse. La espada de Alfaro,
aunque era liberal y no socialista ni
obrerista, también facilitó la llegada de estas libertades,
principalmente la de reunión y asociación.
Gracias a la movilización organizada de trabajadores
autónomos y dependientes, se fueron logrando significativos avances en el plano
socio-laboral: La jornada de ocho horas; la ley del contrato de trabajo; la
inspección del trabajo; ley de accidentes; indemnizaciones, etc. Hasta culminar
con el Código del Trabajo en 1938, que sin ser la panacea, puesto que aún recogía ciertas formas serviles y semi
serviles de trabajo, fue un avance significativo y revolucionario para la
época, ya que por primera vez se consagraba: el derecho de asociación, la
huelga, la contratación colectiva, entre otras instituciones laboarles.
Poco a poco, hace menos de un siglo, nacen lo que ahora
conocemos como las centrales obreras.
La primera, fue la CEDOC, creada en
1938, cuyas siglas inicialmente correspondían a la “Confederación Ecuatoriana
de Obreros Católicos”. La CEDOC
surgió con el auspicio de la Iglesia Católica y del Partido Conservador como
respuesta a la creciente influencia del marxismo en el sector laboral.
Luego, le sucede la “Confederación
de Trabajadores Ecuatorianos” – CTE- (no confundir con la Comisión de Tránsito
del Ecuador, que usurpó estas siglas), fundada en 1944, como brazo sindical de
la izquierda marxista ecuatoriana, y conformada por Comunistas y Socialistas.
La CTE tuvo su apogeo en los
cincuenta, cuando controlaba los sindicatos más importantes, pero sufrió un
duro revés con la separación de la Federación Nacional de Choferes y más tarde
con el nacimiento de la CEOSL.
Para contrarrestar la fuerte influencia que venía cobrando
entre la clase obrera la CTE, en
pleno auge de la “guerra fría”, surge en 1962 la CEOSL o “Confederación
Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Libres”, auspiciada, financiada y
entrenada por la Alianza para el Progreso, como alternativa al sindicalismo
marxista de la CTE. Mantuvo sus vínculos con la AFL-CIO, Federación
Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales, que es la
mayor central obrera de los EEUU y Canadá, y es miembro de Confederación
Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL).
FRAGMENTACIONES:
Como ocurre frecuentemente en Ecuador, la miopía histórica de algunos
movimientos sociales, o quizás el “agudo olfato” de ciertos dirigentes, que prefiriendo ser “cabeza de ratón antes
que cola de león”, los condujeron a constituir parcelas o “huashipungos” de
organizaciones débiles y desorientadas, que a su vez restó prestigio y fuerza
al sector sindical y obrero, al contrario de lo que ocurría en los sectores
empresariales con sus robustas cámaras y su innegable peso político en los distintos
gobiernos.
Así, CEDOC, que en
1965 adoptó el nombre de Confederación
Ecuatoriana de Organizaciones Sindicales Cristianas, en 1974 pasó a
llamarse Confederación Ecuatoriana de
Organizaciones Clasistas.
A mediados de los años setenta la CEDOC se fragmenta en dos: la CEDOC
CLAT y la CEDOC SOCIALISTA o CEDOC-CUT.
La primera se vincula a la Democracia Popular y conserva el reconocimiento
oficial y la vinculación con las Federaciones internacionales de igual
ideología, particularmente con la Confederación Mundial de Trabajadores (CMT) y la Central Latinoamericana de
Trabajadores (CLAT). La segunda se
alinea con tendencias de izquierda marxista, y no tiene personería jurídica
hasta octubre de 1988, cuando es reconocida por el ministro César Verduga, en
el Gobierno de Izquierda Democrática,
y cambia de razón social a CEDOCUT.
De la CTE, migran
organizaciones hacia la CEDOCUT, y
con otras se forma la UGTE (Unión
General de Trabajadores del Ecuador), ala sindical radical del PCMLE,
cuyo brazo político es el MPD.
Últimamente, la CEOLS,
cuyos líderes históricos también la vinculaban a sectores del partido
socialista, también se fracciona y junto a lo que quedaba de la CEDOC CLAT, forman la CSE (Confederación Sindical del Ecuador)
, filial de la CSI, producto de una
alianza entre organizaciones internacionales, entre ellas la CLAT.
La CSE, nace de
una asamblea Constitutiva, 27 de mayo de 2010 en la ciudad de Guayaquil, acto
que contó con la presencia de un representante de la OIT, así como organismos
de Cooperación Internacional.
Si a esto le agregamos, otras organizaciones autónomas de
trabajadores, profesionales, artesanos y servidores públicos, nos encontraremos
con un popurrí de organizaciones y tendencias, sin ninguna fuerza ni eficacia
en la práctica, que se ve agravada por el desprestigio, deslegitimación,
desconfianza, que conducen a la inmovilidad e invisibilización y escasa
participación en el panorama político, que prácticamente podríamos concluir
como dice el título de este comentario, a la desaparición y en el mejor de los
casos a la “hibernación” de las centrales sindicales, otrora protagonistas de
la lucha política contra las dictaduras y determinante en la correlación de
fuerzas sociales en la sociedad ecuatoriana. Las Huelgas Nacionales, ya son
historia pasada.
PROPUESTA: Una sociedad estará
convenientemente equilibrada, en la
medida que sus fuerzas políticas y sociales, representen a sus correspondientes
segmentos y su voz sea escuchada para ir
tejiendo en paz y armonía las bases de un desarrollo equitativo, armónico,
justo, sustentable, que permita la cohesión social, en la que el capital y el
trabajo sean complementarios y no antagónicos, lo cual exige una mayor
participación en democracia, disminuyendo los privilegios y brechas abismales
que aún nos separan.
Proponemos una reconstrucción ideológica del movimiento
sindical, su visión y misión, que les permita alcanzar una proyección
estratégica, con peso social, político, ético y moral, que facilite el balance
de las fuerzas y el avance progresivo hacia
la sociedad del buen vivir ”Sumak Kausay”, sin poderes hegemónicos, pero si
complementarios y solidarios.
Para el logro de estos objetivos, se requiere de un
movimiento sindical fuerte, unificado, bien estructurado, con alternancia en el
poder, evitando el anquilosamiento de sus dirigentes y la petrificación de sus
ideas. La renovación constante y dialéctica, evitará su estancamiento y
consecuente putrefacción.
Los lideres que tengan que hacer un “paso al costado”, serán
importantes referentes por su experiencia, pero será la sangre nueva y fresca,
la que le de renovación, vigor, orientación
y luz a la NUEVA CENTRAL UNICA DE
TRABAJADORES DEL ECUADOR.
Revivir el edicto de Turgot o la ley Le Chapellier, dictadas
en los albores de la revolución burguesa de Francia, a pretexto de descorporativizar a la sociedad
poniendo de relieve una supuesta “libertad individual”, es un despropósito y un
retroceso histórico.
Fieles a la Constitución de la República, debemos propender al estimulo de las
organizaciones y a su “funcionamiento
democrático, participativo transparente con alternabilidad en la dirección”
(326.8)
Les paso la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario