A propósito de un reglamento que obliga a la jubilación
obligatoria los docentes universitarios que superen siete décadas de vida, me
puse a reflexionar y a recordar cuantos MAESTROS
de esas condiciones tuve en mi formación académica.
Seguramente no fueron muchos, pero los recuerdo con afecto y
gratitud; se ganaron para mí y para muchos la perdurable impronta de MAESTROS y así los seguimos llamando.
¿Cuál es la diferencia entre profesor y maestro?.
Bueno…profesor es el que enseña o instruye a otro bajo una metodología y de
acuerdo a un programa adecuado… MAESTRO
en cambio, es el que forma tu carácter y te transmite su sabiduría amasada con
años y experiencias.
A mis padres y a mis MAESTROS
les debo lo que soy y los logros de mi vida… su guía, su apoyo, sus
conocimientos, su generosidad, me permitieron descubrir caminos y sortear
escollos. Tal vez, sin sus consejos, me hubiera extraviado.
Tuve muchos profesores, desde la primaria hasta la
universidad, a todos los recuerdo con respeto y gratitud, pero a quienes
realmente llevo guardado con afecto en mi mente y en mi corazón, son a mis VIEJOS MAESTROS.
VIEJO Y MAESTRO, son condición indisoluble, no es
una simple fusión semántica; es una amalgama que identifica a la experiencia,
la madurez, el conocimiento, la calidez humana, la Sabiduría y otras
cualidades… No se puede ser sabio, a los veinticinco años… Salvo Jesús, que por
su condición divina, alcanzó el noble título de MAESTRO, pasados los treinta años...
Sócrates, al igual que otros filósofos griegos, compartía a luz de su
sabiduría, en su edad madura. Entre los griegos, romanos y en muchas otras
culturas, la educación no era concebida sin la presencia de VENERABLES Y SABIOS MAESTROS, guías y
conductores de la sociedad.
En mi vida universitaria, tuve inigualables y admirables MAESTROS: Manuel Alfonso Quijano Cobos
(practica Laboral), Carlos Feraud Blum (Derecho Procesal Civil(dos años)),
Jorge Maldonado Renella ( Derecho Procesal Penal), Leonardo Sabino Hernández
(Derecho del Trabajo), Rafael Pino Rubira (Código del trabajo I), Jorge Ramírez
Álvarez (Código del trabajo II), Raúl Gómez Lince (Derecho Penal), Leonidas Ortega Moreira
(Código Civil IV), Luis Antonio Arzube (Código Civil II y III), Alfonso Luz
Yunes (Código del Trabajo I), Vicente Gutberto Chico (Derecho Constitucional),
Rafael Mendoza Avilés ( Medicina Legal), Otton Morán Ramírez (Introducción al
Derecho), Bolívar Vergara Acosta, Kleber Manrique Terán, Peña Roldos.
La lista, podría ser muy larga… No nombro a otros
distinguidos MAESTROS que también
contribuyeron con mi formación, pero que sin desmerecerlos, no tenían aun en
esa época –por su juventud- la condición de VIEJOS MAESTROS, a quienes dedico estas líneas.
Aún resuenan en mis oídos sus enseñanzas; mi cerebro y
corazón se agitan, tan solo al evocarlos… cuán lejos estoy aun para emularlos.
Fueron eruditos forjadores de nuestro ser y nuestra conciencia, a quienes
debemos respeto por el acervo de su saber transmitido con generosidad y
sencillez, sin dejar de ser profundos y exigentes.
Supieron ligar el trabajo del aula con la vida cotidiana;
sabían el manejo diestro de las preguntas y las respuestas. Nada quedaba sin
responder… Nos indujeron el hábito de pensar, y pensar bien y con razón…Pero
más allá, también se preocuparon por proyectarnos su imagen ético axiológica,
aunque no siempre coincidiéramos ideológicamente…
Ahora, la GERONTOFOBIA
y la discriminación por edad se han ensañado contra ellos, me refiero a los
MAESTROS universitarios,
principalmente de mi facultad de Jurisprudencia, han alcanzado los SETENTA
AÑOS a pesar de su vigor, lucidez y
talento, a quienes, en nombre de la “Excelencia académica” y de la
“modernidad”, se pretende mancillarlo con el orillamiento generacional
echándolos a la hoguera bárbara del desprestigio y la ingratitud.
Cuanto bien se haría, si aprovecháramos el talento de
nuestros VIEJOS MAESTROS, para
crearles una categoría especial como consejeros, consultores o asesores,
aprovechando su experiencia y sabiduría, hoy más que nunca, cuando bisoños
“kikuyos”, hacen “trizas” la ley,
pretendiendo reformarla con Acuerdos o Reglamentos, pasándose por alto la
propia Constitución. Si Andrés Bello, resucitara en estos tiempos, volvería a
morirse de rabia e indignación.
¿No habrán reparado, los neo-legisladores, en la obligación
impuesta al Estado en relación a la protección de los adultos mayores y su
derecho al Trabajo?. Por favor revisar nuestra ejemplar Constitución, que es la
Voz, no sólo del Pueblo, sino de Dios.
Una sociedad que desprecia a los viejos, está condenada al
desastre.
La edad va marcando nuestro paso por la vida. Muchas veces
esta cronología sirve para determinar ciertas etapas: niñez, adolescencia,
adultez, vejez o como ahora llaman eufemísticamente “adultos mayores”. Pero
también existe la edad mental o dimensional, opción de vida, que nos ubica en
la etapa de nuestra preferencia. Hay por ejemplo, jóvenes con mentalidad
“caduca” y viejos que viven “una juventud prolongada”, por eso nunca llegará el
“otoño” a nuestra vidas.
Mis MAESTROS no se
ganaron el PHD asaltando o
falsificando títulos, se lo ganaron por vocación, entrega, sacrificio y
generosidad, tienen un PHD honroso,
que significa: Por ser Hombres Dignos.
UNA LEY NO HACE BUENOS
MAESTROS, PERO UN BUEN MAESTRO SI LOGRA SOBREPASAR LA ADVERSIDADY HASTA A LAS
MALAS LEYES.
Mi solidaridad,
queridos MAESTROS.
No los dejemos Solos. ….
La Lucha debe continuar, por una AUTENTICA REVOLUCION DEL SABER …
(Difunde y reproduce
por todos los medios)
20 de Diciembre de 2012
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